Las representaciones sociales del lenguaje constituyen un objeto de estudio fascinante, especialmente en relación con fenómenos como el que se aborda en este artículo. Las palabras tienen un poder inmensurable ya que pueden evocar una imagen mental. Asimismo, como sostiene Pierre Bourdieu, “colocar una palabra por otra es cambiar la visión del mundo social, y por lo tanto, contribuir a transformarlo”[2]. La controversia que se está suscitando en la sociedad argentina en torno al uso del lenguaje inclusivo, tiene relación directa con lo que las palabras representan para los individuos que forman parte de ella. Desde una perspectiva académica, las palabras son hechos estrictamente lingüísticos; sin embargo, el concepto de lenguaje no se reduce a un mero sistema de signos. La realidad se construye a través del uso de las palabras, que a su vez cambian a la misma y transforman la manera que tienen los individuos para enfrentarse a ella.
Contemplando la naturaleza del fenómeno abordado se concluye que un enfoque exclusivamente social o puramente lingüístico es insuficiente para poder comprender en profundidad la complejidad de este objeto de estudio. Es por dicha razón que se ha decantado por abordar el análisis de este fenómeno desde una perspectiva glotopolítica. El término “glotopolítica” permite designar “las diversas formas en que una sociedad actúa sobre el lenguaje, sea o no consciente de ello: tanto sobre la lengua, cuando por ejemplo una sociedad legisla respecto de los estatutos recíprocos de la lengua oficial y las lenguas minoritarias; como sobre el habla, cuando reprime tal o cual uso en uno u otro; o sobre el discurso cuando la escuela decide convertir en objeto de evaluación la producción de un determinado tipo de texto” (Elvira Narvaja de Arnoux citando a Marcellesi y Guespin, 2000).
Resulta de suma importancia situar al “lenguaje inclusivo” en un ámbito de acción colectiva ya que el mismo, en tanto que acción política, es un fenómeno ideológico-discursivo. Un abordaje desde esta perspectiva es necesario no solo para poder comprender su impacto en la sociedad y la importancia de la lengua como parte integral de la identidad, sino también para evitar realizar un análisis superficial basado en la dicotomía bueno/malo. Es así como el “lenguaje inclusivo” podría considerarse una entidad dinámica en constante relación dialógica con el contexto y sus actores.
Al tratarse de un fenómeno que no se ha producido de forma natural e inconsciente por parte de lxs hablantes, podría afirmarse que no estamos frente a un cambio lingüístico. Estamos ante la presencia de una intervención que es llevada a cabo por actores sociales que constituyen “un complejo agente glotopolítico conformado por movimientos feministas, sindicatos de izquierda, universidades y espacios institucionales a nivel local y de comunidad autónoma” (del Valle, 2014:18) quienes buscan intervenir el lenguaje con un propósito muy específico: hacer una denuncia de una injusticia. Existe una clara necesidad de mostrar un posicionamiento político contra-hegemónico; y, más específicamente en el caso de las personas no binarias, reclamar un lugar en el lenguaje.
Este fenómeno se entiende como un recurso retorico-discursivo que apela a la sociedad clamando por el reconocimiento de aquellxs que han sido invisibilizadxs y silencidxs a lo largo de la historia. En La Lengua en Disputa (2019), el lingüista Santiago Kalinowski hace referencia al aspecto “mecanicista” de la lengua considerándolo una forma de subestimar la compleja relación entre lxs hablantes y su entorno. Lxs hablantes no son simples acatadores de un orden social, “hay, ahí, fenómenos que están imbricados con cuestiones de todo tipo, culturales, sociales, etc. ¿Por qué decía yo político? Porque al ser uno de los rasgos de la configuración discursiva de una lucha que busca un cambio en lo social, su trayectoria es crear un consenso, lograr un cambio cultural, que ese cambio cultural impacte en el modo en que la gente vota, que ese modo en que la gente vota cambie la conformación de la clase política” (54).
La relevancia glotopolítica de este fenómeno, encuentra su explicación en su origen como movimiento contra-hegemónico, el cual amenaza la ya asentada posición de la Real Academia Española (RAE) como autoridad lingüística en el mundo hispanohablante. Los actores emergentes que bogan por un lenguaje más incluyente encuentran una argumentación en el concepto de que las formas gramaticales y lexicales cifran significados de los discursos sociales presentes en la cultura que las crea. En consecuencia, una lengua utilizada por una sociedad patriarcal contendría significados patriarcales y la persistencia en su utilización contribuiría a la reproducción de una ideología patriarcal, lo cual perpetuaría la invisibilización de mujeres, personas no binarias, y miembros de la comunidad LGBTTTIQ+.
Si bien este fenómeno tiene unas cuantas décadas de vigencia, el debate social se ha visto reavivado a partir de la publicación del primer compendio llamado Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica de la RAE y la ASALE (2018) que desaconseja el uso del lenguaje inclusivo estableciendo que “[d]esde un punto de vista lingüístico, no hay razón para pensar que este género gramatical [el masculino] excluye a las mujeres en tales situaciones [de grupos mixtos]”. Asimismo, el supuesto carácter no marcado del género masculino hace “innecesario” el desdoblamiento léxico (“las niñas y los niños”) y se desalienta el uso de cualquier otro indicador de género neutro como “x”, “@” y “e” (“niñxs”, “niñ@s” y “niñes”, respectivamente) ya que contravienen “las reglas ortográficas y morfológicas del español [3]”.
Posturas tradicionalmente normativas y prescriptivas como las que presentan instituciones conservadoras como la RAE, encuentran un punto de confrontación frente a aquellos actores sociales quienes, como usuarios del lenguaje, comprenden la maleabilidad y capacidad de transformación que caracterizan al mismo. Como sostiene Eulàlia Lledó, “las resistencias no vienen de la lengua, las lenguas suelen ser generosas, dúctiles y maleables; las trabas son ideológicas” (2004:38).
Históricamente, la lengua castellana rioplatense ha sido objeto de diversos procesos de cambio y el ejemplo más concreto es el uso del voseo. “La imposición del “tu” en la escuela primaria argentina, que no logró prevalecer, tenía una dimensión ideológica, no política. Los gobiernos y ministerios de educación no le daban a eso una dimensión política. Le adjudicaban una dimensión cultural ideológica, es decir, las asimilación a un ideal del español que no era el del español rioplatense” (Sarlo, 2019: 47). Es así como siglos después se observa esa misma intencionalidad de dictaminar la forma correcta de hablar, lo cual, como en aquel entonces, refleja un claro posicionamiento.
Las tensiones sociales con relación a este fenómeno no solo han sido potenciadas por las instituciones conservadoras, sino también por los medios de comunicación hegemónicos y las redes sociales, los cuales cuando no han banalizado el debate, han cuestionado su legitimidad, respaldándose en la abierta oposición que siempre ha pronunciado la RAE.
El lenguaje es un elemento representativo de la cultura que puede ser una herramienta de deshumanización. Puede incluir o excluir, así como crear jerarquías. Para ilustrar el poder del lenguaje y la dinámica que se establece entre las instituciones conservadoras y los actores sociales, resulta interesante analizar una situación que tuvo lugar en el año 2018. Una usuaria de Twitter comparte el link de una noticia en la cuenta, #RAEconsultas:
“Como la @RAEinforma vuelva a decir que el lenguaje inclusivo no sirve para nada ponemos a sus miembros (y miembras) a trabajar en esta empresa”.
En dicha noticia, una empresa española decide no pagar el aumento convenido a sus trabajadoras mujeres porque el texto del convenio utilizaba el masculino genérico y no había especificaciones para incluir a las trabajadoras. A lo que la institución responde:
“#RAEconsultas Quizá la insistencia en afirmar que el masculino genérico invisibiliza a la mujer traiga consigo estas lamentables confusiones [4]”.
Lejos de ofrecer una respuesta neutral abordando el conflicto desde una perspectiva de derechos laborales, la RAE, por medio de su servicio de consultas virtual, decide continuar retroalimentando la polémica con respuestas que contienen un claro sesgo provocador. En este cruce, a través de una red social, se observan actos claramente glotopolíticos. La política del lenguaje es la política del lenguaje del poder y de los intentos de grupos minoritarios por abrirse paso en la sociedad a través de esta herramienta.
Esta institución de la lengua, pareciera mostrarse abierta a acompañar los cambios socio-lingüísticos que posteriormente reflejan en su diccionario (que a fin de cuentas es la única función que debe cumplir); sin embargo, al momento de reconocer los derechos de las minorías a través del lenguaje, expone su sesgo más machista, conservador y hegemónico [5].
En pleno siglo XXI, se puede afirmar que la sociedad argentina es machista, y ese machismo es consecuencia de una estructura patriarcal que está sostenida por el lenguaje, además de la cultura y el habitus. Sus hablantes nacen y se educan en una sociedad androcentrista y requiere un largo y profundo proceso de deconstrucción poder deshacerse de ese constructo social tan arraigado. Los movimientos feministas han tenido un gran impacto en la sociedad acelerando ese proceso. No solo han cuestionado la autoridad de instituciones renombradas como la RAE, sino que han posicionado en la agenda social temas como la relación entre lenguaje y dominación y la falta de representación de mujeres y disidencias sexuales en la sociedad.
Las acciones que los diversos colectivos han ejercido sobre el lenguaje y la sociedad puede entenderse como una “política de la incomodidad”, ya que “desde una perspectiva glotopolítica, el incumplimiento o alteración de la norma no se explica cómo ignorancia gramatical sino como visibilización de una posición social y como potencial construcción y manifestación de sujetos políticos. Esos momentos de transgresión lingüística, en definitiva, son los que destapan la condición política —socialmente situada y ligada a intereses concretos— de la norma transgredida y desenmascaran a la ideología política que, tras el velo de naturalidad con que cubre la norma que custodia, se beneficia de su reproducción acrítica” (Del Valle, 2018).
En el presente trabajo se observa una crítica hacia el lenguaje, el cual puede tener un fuerte componente ideológico y/o social, amén de su contenido intelectual, neurolingüistico y emocional. Asimismo, ese trata de un acto político tanto individual como colectivo, que sirve para enmarcar una realidad extralingüística para así alcanzar ciertos fines comunicativos. En suma, hay una toma de conciencia que requiere concebir al lenguaje como un elemento clave inserto en una lucha de poderes, es decir, como un fenómeno fundamentalmente glotopolítico.
Notas
[1] El presente artículo es un estracto de la tesis de Maestría “Las Américas”, realizada por la autora en la FAU (Friedrich Alexander Universität Erlangen-Núremberg) [2] https://sociologiac.net/2008/01/17/entrevista-pierre-bourdieu-que-significa-hablar/ [3] https://lesen.amazon.de/kp/embed?preview=newtab&linkCode=kpe&ref_=cm_sw_r_kb_dp_y9tgCbD1G5HF3&asin=B07K1PH6ZN&reshareId=CGPQQFV0ZKAG4QAWKG0H&reshareChannel=system [4] https://twitter.com/aliciamurilloru/status/1003716606789287936?lang=en [5] En Octubre de 2020, la RAE decide incorporar la palabra “elle” como pronombre que designa a quienes no se identifican ni con el femenino ni con el masculino en su Observatorio de Palabras. Posteriormente, esa acepción es eliminada alegando que creaba confusión; hecho que fue repudiado especialmente por lxs militantes del lenguaje inclusivo. La institución también ha sido blanco de críticas porque mientras sigue mostrando una fuerte resistencia al reconocimiento de la necesidad de una forma discursiva de inclusión, en su diccionario se incorporan palabras con un alto grado de agresividad, como “feminazi”. https://www.pagina12.com.ar/303082-la-rae-saca-elles-de-su-observatorio-de-palabras
Bibliografía
Hdez-pérez, Christian (2008): Entrevista a Pierre Bourdieu. ¿Qué significa hablar? En: Christian Hdez-Pérez, 17/01/2008. Disponible en línea en https://sociologiac.net/2008/01/17/entrevista-pierre-bourdieu-que-significa-hablar/.
Del Valle, J. (2018). La política de la incomodidad. Glotopolítica. Disponible en: https://glotopolitica.com/2018/08/21/la-politica-de-la-incomodidad/.
de Arnoux, E. (2000). La Glotopolítica: transformaciones de un campo disciplinario. En Primer Simposio en la Maestría en Ciencias del Lenguaje, Instituto de Educación Superior “Joaquín V. González.
Del Valle, J. (2014). Lo político del lenguaje y los límites de la política lingüística panhispánica. Boletín de Filología, 49(2), 87-112. https://doi.org/10.4067/s0718-93032014000200005
Sarlo, B y Kalinowski, S. (2019) La lengua en disputa: un debate sobre el lenguaje inclusivo. Ediciones Godot.
Española, R. A. (2018). Libro de estilo de la lengua española: según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa. https://lesen.amazon.de/kp/embed?preview=newtab&linkCode=kpe&ref_=cm_sw_r_kb_dp_y9tgCbD1G5HF3&asin=B07K1PH6ZN&reshareId=CGPQQFV0ZKAG4QAWKG0H&reshareChannel=system
Lledó Cunill, E. (2004). Nombrar a las mujeres, describir la realidad: La plenitud del discurso. In Perspectiva de género en la comunicación e imagen corporativa, ed. by Mercedes Bengoechea Bartolomé, Eulalia Lledó, Pilar López Díez, and Luiza Martín Rojo, 13-54.
Murillo Ruiz, A. [@aliciamurilloru]. (4 de junio de 2018). Como la @RAEinforma vuelva a decir que el lenguaje inclusivo no sirve para nada ponemos a sus miembros (y miembras) a trabajar en esta empresa. [Tweet]. Twitter. Recuperado en https://twitter.com/aliciamurilloru/status/1003716606789287936?lang=en
La RAE saca "elles" de su Observatorio de Palabras. (11 de febrero de 2020). Página 12. Recuperado en https://www.pagina12.com.ar/303082-la-rae-saca-elles-de-su-observatorio-de-palabras
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