I. Perder el tiempo
C.G.G.: ¿Qué opinás de la idea de “perder el tiempo”? ¿Crees que es posible?
M.J.: La verdad que no, yo creo que nunca pierdo el tiempo. Para mí si es un problema la presión social que hay sobre el tiempo, digamos, si llegaste a los 35 y no tenés cierta carrera ya estás medio afuera, entonces te apurás a terminar la facultad y cosas así. Esta presión con respecto a que pasan los años, es algo que viene de afuera, no es algo que yo imponga. Me cuesta mucho apagarme en cierto sentido, desconectarme de lo que estoy haciendo, estoy siempre pensando, por eso no creo que exista eso de “perder el tiempo”.
C.G.G.: Puedo rastrear que los tiempos de producción en tu obra son “no lineales”, no por una cuestión de continuidad temporal exclusivamente, sino porque todo está enlazado de forma tal que parece que nunca hubieses dejado de producir. Esto creo que refuerza una forma de trabajo que no se esfuerza por ser efectiva y eso es muy rico.
M.J.: Sí, produzco de forma no estratégica, como decís vos. No producir para algo, sino que es importante producir lo que necesito, lo que tengo ganas. Tal vez en eso hay una coherencia interna, porque todo está motivado por un mismo sentimiento, una misma idea o iniciativa. No sé, puedo hablar de mis procesos, antes pensaba que todxs lxs artistas producían de la misma manera y eso no es así necesariamente. Respecto del tiempo, siempre he considerado el hecho de ser muy lenta para producir, de tomarme un momento para profundizar sin apuros. Tengo poca cantidad de producción y eso para mí siempre había sido un problema, hasta hace unos años, que pude reflexionar sobre eso y darme cuenta que cada unx tiene sus tiempos. En este momento no tengo la necesidad de sacar otra imagen más al mundo. Pienso ¿para qué? Por ahora está todo en mi cabeza no sé si está bueno o no. Pero este es un tiempo
parado.
C.G.G: Esa quietud me parece que es necesaria a veces, estamos tan expuestos a imágenes y contenidos. Tal vez ayuda un poco de silencio.
M.J.: Yo soy una persona que se expone mucho a las imágenes, a leer, a ver. Todo el
tiempo. No me parece que eso sea contraproducente, porque agregás información a lo que ya tenés en mente. Pero también es necesaria la calma. Tomarse un tiempo para pensar o sentir.
C.G.G.: Como artista parece que fuera complicado quedarse quietx, realmente quietx.
M.J.: Es que estamos insertxs en un sistema que exige contenido. Si unx no está produciendo, presentándose, exponiendo, se queda afuera de muchas cosas. Creo también que mi manejo de los tiempos tiene que ver con haber vivido toda mi vida en San Juan, que tiene otros tiempos 1. Estudié en la facultad sin pensar en que iba a terminar e inmediatamente me iba a vender en una galería. Dije “hago esto porque lo puedo hacer y después veo. Esta producción la hago a mi manera, con mis tiempos”. Son como dos líneas temporales: mi vida, mi trabajo y por otro lado esta línea de producción que lleva su ritmo. No sé si tiene que ver solamente con haber crecido en una provincia donde no hay un sistema de galerías, pero si influye.
C.G.G.: De pronto no está la presión de producir algo que sea necesariamente comercializable, que respete las formas que están en circulación en el mercado. Pero como contraparte tenés la ausencia de ingresos que vengan de la obra estrictamente. Aunque hay cierta libertad para trabajar que es muy importante. Podría decirse que el tiempo es un lujo ¿no?
M.J.: Poder pensar sin la restricción del tiempo o la cantidad por ejemplo es un lujo. Para mí representaba un problema sentir que estaba produciendo poco, pocas fotos, pocos dibujos, etc. cada cosa me toma mucho tiempo. Sentía que me quedaba atrás de muchas cosas. Cuando yo llegaba a concretar algo ya se había acabado el tiempo. Ahora entiendo que no tiene por qué haber reglas en este sentido.
C.G.G.: Entender que son procesos que no se pueden acelerar y respetarlos es fundamental.
M.J.: Por eso me molesta tanto esta cuestión de la edad de lxs artistas, por ejemplo, las convocatorias que te admiten hasta los 35 años. Esas que deciden que un artista es emergente hasta cierta edad ¿Dónde está escrito esto? Es claro que estas ideas se inscriben en la perspectiva capitalista, donde todo influye en un sistema de medidas. Sistema que no tiene en cuenta que hay artistas que producen desde otros tiempos o que deciden trabajar de grandes. Me parece súper absurdo limitar la producción a algo que no tiene que ver con tu pensamiento, sino con una edad cronológica.
C.G.G.: Podemos desarmar esta idea por muchos lugares. Una opción sería pensar que hay cierto tiempo para ser artista y que fuera de esos tiempos esto ya no es posible. Ni hablar de si te ocurre empezar a producir a los 40 años o tu vida se acomoda de manera tal que recién ahí podés empezar a laburar de eso. Me da la impresión de que hay un vicio institucional respecto de esto, pero es más lamentable cuando proyectos independientes replican estas estructuras.
M.J.: Sí, los hemos visto últimamente. A mí me pasa mucho que cuando yo produzco o hago algo me cuesta mucho sacarlo a la luz inmediatamente. Me siento muy insegura con eso. Es difícil para mí hablar de la obra terminada. Precisamente porque a veces reciclo cosas que vengo trabajando hace siete u ocho años, o las retomo y las continúo ahora. Entonces yo no creo tener muchas obras que estén terminadas.
C.G.G.: Eso puede ser un problema para una institución, para un premio o algo por el estilo. Podría ser una complicación esa fluidez del proceso, que te lleva a reciclar una serie completa o traducirla.
M.J.: Para mí todo es totalmente válido. Por eso creo que quizás tengo poca obra en cantidad. Me gusta seguir pensando algo que empecé hace siete o diez años. Continúo trabajando sobre eso.
C.G.G: Creo que va contra una postura prepotente respecto de la idea, no te lleva a decir “bueno, ya está. Esta idea la entendí y quedó acá”. Así el proceso nunca termina. Esto puede ser a la vez esperanzador y abismal.
Si es así. De hecho, a veces cambia el medio o la técnica, digamos, pero de alguna forma sigo trabajando sobre la misma idea.
He reflexionado mucho sobre la técnica. Yo resuelvo generalmente las cosas siempre fotográficamente, porque lo considero un medio más inmediato. El tipo de fotografía que yo hago requiere largos tiempos de exposición y cosas por el estilo, por eso supongo que es el medio más sencillo para decir lo que sea que quiera decir. Me ha estado pasando últimamente de sentirme hasta insegura sobre las técnicas. Llega un momento
en el que en realidad lo que tengo ganas de hacer es ponerme a escribir. O sea, ¿para qué quiero una obra como un objeto? ¿Para qué quiero una imagen más o un objeto más que tenga que enmarcar? ¿Cuidar que no se rompa? ¿Embalar? La cosa es analizar la necesidad de tener ese objeto dando vueltas por ahí, digamos. Tal vez esa misma idea pueda estar en palabras o en pensamientos.
Sin título - de la serie Cualquier instante de todos los instantes
basta para saber la historia del universo (2016)
II. Proyectos colaborativos, futuros cercanos y nostalgia.
C.G.G.: ¿Qué impacto tiene en tu forma de trabajar, el haber participado de varios proyectos colectivos?
M.J.: Si me pongo a ver en retrospectiva siento que el haber participado de varios proyectos fue también una cuestión de necesidad. Porque todo surge de poder charlar
con la gente, artistas, personas que se dedican a otras áreas, pero que convergen a veces. Eso es muy rico para mi pensamiento y producción. Estos trabajos grupales me ayudaron a pensar cosas que quizás luego surgieron en mi obra.
Desde mi primer año de estudio en la facultad participé en algunos colectivos que incluían no solo a las artes visuales, sino también al diseño, al cine, etc. Participaba tanto gente de la facultad como de otros ámbitos. Después de haber pasado por diferentes espacios, para mí lo más rico no tiene que ver con la idea del arte, sino en la convergencia de disciplinas. Siempre estuve en contacto con gente de la música, el diseño y otras áreas. Eso se puede ver en mi obra.
C.G.G.: Esa pluralidad de punto de vistas de pronto hace que la obra pueda ser accesible desde muchos ángulos. Para mí, este aspecto hace que la obra sea algo así como atemporal. Viste que hay cosas que es muy fácil reconocer cuándo fue producida, “esto es re-2000, re 90’”. En tu trabajo esto no es tan sencillo, podría ser de cualquier época, su tiempo es algo raro. No responde a un parámetro que me permita reconocer esto tan rápido.
M.J.: Eso yo no lo puedo ver. No lo termino de percibir, pero entiendo lo que decís.
Necesitaría una lejanía de más años quizás para verlo.
C.G.G.: Me acuerdo de la muestra que hicieron con Leo de La Fuente y Leo Sánchez “No estudies”. Para mí fue una de las muestras más lindas que vi. Creo que resume buena parte del espíritu de una generación, por decirlo de una forma. El desamor, la fantasía, los sueños truncos, varias cosas que forman el entramado de referencias de un grupo.
M.J.: Esa muestra, a fines del 2019, nos resultó bastante sencilla de concretar porque
con ellos venimos laburando juntxs hace más de diez años. Charlamos todo el tiempo, nos pasamos cosas, notas, música, películas, cuestiones que no tienen que ver con el arte visual específicamente pero que nosotrxs tres consumimos. Resolverla fue darle un cierre a algo que ya sabíamos. De hecho, el montaje lo resolvimos en una mañana, fue muy claro lo que queríamos hacer. Entonces me parece que acá podemos hablar sobre eso de perder el tiempo, esa muestra fue como el resultado de diez años de amistad. Esa es la ventaja de manejar el tiempo de esa manera, de que las cosas tengan su tiempo. Los resultados son para mí más claros.
Sin título - de la serie Dead Bart (2019)
C.G.G.: Se me ocurre que la serie Dead Bart, que exhibiste en esa ocasión, es posible gracias a que Los Simpson están muy metidos en un entramado generacional, más que nada en Argentina, donde el impacto está muy localizado. Esta obra resume de alguna forma esta posible lectura sobre una generación, desde una perspectiva que no termina por ser del todo nostálgica. Es una suerte de ensayo de aceptación del drama.
M.J..: Sí, es bastante generacional. Yo básicamente he crecido viendo Los Simpson todos los días y ahora es algo que comparto con mis hermanxs, con amigxs. Me pasa que cuando estoy muy triste necesito ver Los Simpsons, porque me llevan a un lugar conocido, donde me siento tranquila. Creo que eso a las personas les puede pasar con distintas cosas, a mí me pasa con esto. Creo que esta pieza funcionó en esa muestra porque con los dos artistas compartimos este sentimiento.
C.G.G.: También están plagados de teorías conspirativas e ideas sobre un futuro que nunca llega. Siempre se fantasea sobre un futuro que jamás se concreta.
M.J.: En este minuto estás pensando en lo próximo que vas a hacer, en la próxima media hora o mañana. Unx está siempre viviendo en función de un futuro. Para algunas personas puede llegar a ser desesperante, para otras no. Yo reflexiono mucho sobre esto, no sobre el futuro a diez o veinte años, porque apenas puedo con la próxima media hora. [risas]
También hay que encontrar formas de imaginar un futuro más cercano. Creo que en todas mis obras trabajo sobre el paso del tiempo.
C.G.G.: Si prestás atención creo que podés encontrar esto en varias obras. Hay una suerte de ansiedad por algo que no termino de reconocer. En series como Vida suspendida creo que encontramos esto de forma bastante fatal, en cambio en “Se trataba de un método de matar sin que muriera nadie”, me parece que es mucho más tranquila, casi como una ofrenda. Tiene una cuota de ternura incluso, ¿puede ser?
Sin título- de la serie Se trataba de un método de matar sin que muriera nadie (2018)
M.J.: Me parece que sí, todas tienen como varias capas. La serie Ensayos sobre el paisaje, que la mostré en La Mandorla, me genera mucha nostalgia. Tal vez a otro espectador le genere algo más lúgubre. Creo que esos sentimientos están en todas mis obras, pero en algunas es más visible que en otras.
C.G.G.: También con este grupo produjeron Crisis, un proyecto que es una fiesta a la que vas, tomás algo y, de pronto formás parte de algo que está muy trabajado, donde todo se combina de forma muy coherente.
M.J.: Es una forma hacer que converjan la música, el arte y el diseño, que son áreas que lxs tres habitamos. Crisis se presenta como una fiesta que no tiene un formato cerrado. Entre lxs tres definimos el diseño, la música, las visuales. Es un proyecto que tiene formato de fiesta, pero entiendo que para que sea una fiesta tiene que haber gente bailando y en este caso puede ser que la gente solo esté parada escuchando música. Me parece que este formato le quita la cuestión rígida al arte como algo inalcanzable. Es una fiesta y el arte habita estos lugares, como también lo hace en la noche, las drogas, el alcohol. Esto es una parte de lo que somos.
C.G.G.: Claro, es una fiesta que plantea varios puntos de fuga.
M.J.: Es una experiencia colectiva, no solo desde su organización, sino que también está planificada para la gente. Otra cosa que está bueno resaltar es el tema de la duración, es sólo un día. Podrán haber próximas, pero no lo sabemos. El formato fiesta encajó perfecto con lo que buscábamos en un momento específico.
C.G.G.: Entiendo que hay una imposibilidad de pensarse como artista de manera aislada. Tiene que existir en una red que te contenga y podés ocupar el rol que sea dentro de esa red, ¿no? Ahora estás un poco más abocada a la “docencia”. Pienso en los talleres de fotografía que dictaste durante varios años, o en el taller de análisis Artistas y Rivales.
M.J.: Este último taller lo veníamos pensando hace tiempo con Nelson Cuello y la idea era dictarlo en el espacio institucional de la facultad. La idea era además de acercarnos al ámbito universitario, generar algún ingreso. Hay diferentes formas de generar ingresos económicos, algunas más sencillas y otras más difíciles. Nosotrxs siempre elegimos la más difícil. Sentíamos que había una desconexión con la facultad de artes. Durante la cuarentena decidimos hacerlo virtual. El aislamiento nos llevó a decir “Bueno, ¿ahora qué va a pasar con el futuro?” Creo que a todxs nos cayó esa ficha, “¿qué va a pasar con la producción de lxs artistas?”. Ante todas esas preguntas decidimos que era necesario juntarse a charlar y el taller consistió en eso. También algunos ejercicios para pensarnos y abrir preguntas que no necesariamente tengan respuesta. Queremos continuarlo, pero siento que ya no somos lxs mismxs, ni nosotrxs, ni las preguntas que tenemos respecto del futuro o el presente del arte.
III. Amenaza y quietud
C.G.G.: Lo colaborativo tiene la potencia necesaria para nutrir nuevas formas de reflexión.
M.J.: Claro. A veces no lo digo porque me resulta muy obvio. Durante 2020 pensé mucho en esto. A comienzos de la cuarentena necesitábamos mucho hablar. Ahora necesito quedarme sola un tiempo digamos, para meterme más conmigo misma y ver qué me está pasando. Fue un año muy extraño, sentíamos la necesidad de contactarnos con otrxs artistas y charlar un montón y de repente...la introspección.
C.G.G.: Al principio estábamos ansiosxs por comunicar lo que fuera y ahora es lo contrario.
M.J.: Creo que tiene que ver con eso de meterse mucha información en la cabeza, leer, dialogar con otra gente y de repente ¿qué haces con todo eso? Tenés que hacer algo, procesarlo, filtrarlo. Me parece que estamos en ese momento. Ahora estoy buscando pararme a analizar, qué pasa con el tiempo y con el sentido de la producción.
Enero 2021 es realmente como una bisagra, digo, para todo el mundo en general, porque ya está, pasamos un año entero en cuarentena y ahora viene lo serio, que tiene que ver con cuestiones económicas, sobre todo. Y ahí se viene algo duro.
C.G.G.: Justamente, la pandemia no vino a cambiar nada ni a sacar lo mejor de nadie, sino a resaltar deficiencias que ya veníamos manejando.
M.J.: Por eso trato de ocupar mi mente pensando. Y bueno ¿cuál es el lugar del arte en este momento? ¿Qué lugar ocupa el arte en lxs artistas y en la gente que no es artista o no consume arte? ¿Por qué? Son preguntas muy personales, pero refuerzan la necesidad de seguir resistiendo a las instituciones dentro del arte, porque es algo más inmaterial. Al mismo tiempo es inquietante el tema de la subsistencia: de qué vamos a vivir lxs artistas.
C.G.G.: Sí, es complicado, durante el año pasado vimos muestras virtuales, artistas vendiendo por Instagram, ferias online, etc. Está bueno preguntarse qué hace falta desde las instituciones para continuar en vigencia.
M.J.: Es urgente analizar las instituciones, pero creo que va a pasar a lo largo de muchos años. En este momento para mí es insostenible hacer muestras, más allá de que consumir arte sea algo que disfruto. Me pregunto si es necesario que siga siendo así. Me parece que hay que buscar otras formas, porque seguimos sosteniendo lo que ya conocemos cuando en realidad el arte tiene que habitar otros circuitos. Es cierto que es un mundo muy inestable, pero estamos replanteando cuestiones como la educación o el trabajo, la virtualidad y las acciones a distancia, la no necesidad de trabajar tantas horas, pero en el arte seguimos teniendo las mismas formas, no nos estamos planteando cambios dentro del mundo del arte, es ilógico. Por eso más que nada ahora estoy como “en pausa”, pensando y repensando las formas de producir. Sí tengo la necesidad de seguir produciendo y compartir.
C.G.G.: En esta línea me gustaría hablar sobre tu serie Espectro de una amenaza.
Espectro de una amenaza (2020)
M.J.: Me pasó de sentir la cuarentena como entrar en otro tiempo. De repente estábamos encerrados sin saber hasta cuándo, ni qué iba a pasar. Creo que la duda de todxs fue primero ver qué estaba pasando en ese presente y realmente preguntarnos qué era el futuro. Durante ese tiempo, más allá de hablar con otrxs artistas, empecé a producir con materiales que tenía acá. Produje bastante más de lo que suelo producir. Espectro de una amenaza son fotogramas hechos a partir de elementos naturales. Y esto ya hablando en líneas generales, me cuesta mucho nombrar las obras porque al nombrarlas creo que las delimitás demasiado. Tengo un cuaderno con anotaciones random, como un diario íntimo. Ahí anoté ese título. Creo que lo pensé después de haber visto una película o algo así. No me acuerdo bien. Pero tiene que ver con la posibilidad de que haya una amenaza que no sabemos si es real o no, aunque es real pero no la asumimos. Para mí esto es el futuro. Espectro tiene ver con esa presencia fantasmal que está pero que no reconocemos.
C.G.G.: Me gusta que no sea la amenaza concretamente, sino la posibilidad de que eso esté. El 2020 fue un año interesante para fantasear sobre el futuro ¿no?
M.J.: Para mí el futuro es una amenaza real. Hablo por mí, no saber cómo enfrentar el futuro es amenazante.
C.G.G.: ¿De ahí que las fotos sean como apariciones?
M.J.: Mucho de lo que trabajé y que incluso ahora me sigue interesando es eso, que es en parte humano y en parte alienígena, por ejemplo. En 2020 nos vimos ante la posibilidad de muchas cosas, ante el fin del mundo o la apertura del mundo a otras cosas. Era un delirio que de pronto podía ser real. Esa serie es como una pequeña idea, son imágenes muy simples y no pretendo que hablen sobre “el futuro”, sino que son como un pequeño relato de una idea. Pero no es minimizar la producción, sino todo lo contrario.
C.G.G.: Creo que los títulos de todas tus obras trazan un espacio en el que las imágenes que producís conviven. Algo como una constelación de ideas.
M.J.: Claro. Por eso para mí son muy importantes los títulos y me cuesta un montón definirlos. Tengo algunas piezas sin título o títulos que abarcan muchas cosas. Pasa algo así con la serie Vida suspendida, que son varias cosas que todavía no termino de definir.
C.G.G.: La idea es un tanto ambigua, me parece. Vida suspendida puede referirse a la quietud o al estar-suspendido.
M.J.: Empecé a revisar cosas que tengo guardadas y decir “¿Por qué guardo estas cosas? ¿Por qué las atesoro?” Al ponerme a mirar todo esto comencé a armar grupos de cosas y me di cuenta de que eran algo como naturalezas muertas, algo que en la historia del arte está muy explorado. La traducción de naturaleza muerta en inglés es still life, entonces decidí jugar con la traducción literal: vida suspendida, vida en suspenso, vida latente. Todo esto se relacionaba de alguna forma con estar en cuarentena. Yo me sentía como esos objetos. Hemos coincidido en un tiempo y espacio, mañana no estaremos y quedarán nuestros restos o nuestra historia.
Serie Vida suspendida (2020)
C.G.G.: Varias veces mencionás la cuarentena y me gusta que para nada se ve en las obras. La pandemia representó un cambio radical del flujo temporal de las cosas. Acá noto la influencia de la experiencia de vida en el proceso de producción, porque de ninguna manera está tematizada la pandemia de 2020, sino que es el momento histórico el que nutre estas reflexiones. Esto me hace pensar que las obras no hablan de algo que es lejano y que no existe, sino que están hablando de cosas mucho más cercanas y concretas: tu experiencia en tu vida hoy en tu casa. A pesar de que tienen una atmósfera quizás etérea.
M.J.: Son como algo que podría parecer grandilocuente, pero en realidad es simple.
Sin título (2013)
IV. Q Lazzarus/ Goodbye horses
C.G.G.: Hay algo que me interesa mucho y que puedo percibir en tus proyectos: una posible igualdad de condiciones entre palabra, imagen, música. Algo como, así como que todo puede ubicarse o traducirse o convertirse en otra cosa. Justamente por eso te quiero preguntar cómo es tu vinculación con la música, además sé que consumís mucha música.
M.J.: [risas] Sí, consumo mucha música y cuando era chica estudié guitarra. Pero nunca tuve la necesidad de hacer música. Me hubiese encantado hacer música, pero no tengo paciencia, digamos. No tengo paciencia para aprender un instrumento o lo que sea. Consumir música tiene que ver con esto mismo que te estaba diciendo respecto a las palabras, para mí es como algo contradictorio, abordar la producción como un objeto, pero que al mismo tiempo podés sentir lo mismo en la música o la lectura. A mí la música es algo que me ha acompañado siempre, y la línea de música que escucho coincide perfectamente con mis intereses de producción visual. Tienen que ver una con la otra totalmente. No es que la música que escucho influya en mi obra directamente o algo así, pero mis intereses en la búsqueda de la música son los mismos intereses que tengo en la búsqueda de artistas. De la misma manera que investigo sobre arte, investigo sobre música. Para mí hay un paralelo hasta histórico, unx puede entender muchas cosas desde la música, no es solo una cuestión de gustos personales. Hay mucha música que me empieza a gustar cuando leo sobre su contexto, digamos que tal vez la primera escucha no me llama la atención, pero después sí. Lo mismo me pasa con el arte.
C.G.G.: Creo que esto tiene que ver con leer las producciones artísticas, cualquiera sea el campo, como un dispositivo de conocimiento, como una herramienta que te permite pensar las cosas de manera distinta, que te ayuda a entender cosas que necesitas entender.
M.J.: Y tal vez hasta provocar estados emocionales similares. Aunque me cuesta entender el arte en estos términos. La música siempre genera emocionalmente algo. Con el arte visual pasa algo parecido.
V. Intimidad, poder y violencia
C.G.G.: Quizás en Box está más presente el vínculo entre la obra y el otro.
M.J.: Para mí la serie Box, que está armada con fotos que forman parte de mi banco de imágenes personal, es sobre la resignación misma. Sobre esto he estado reflexionando mucho últimamente. La cuestión de la autoría no me interesa acá. Es como soltarle la mano a la obra.
Box (2020)
C.G.G.: La obra como mensaje de WhatsApp, o al revés, el mensaje como obra, puede pensarse como un acto de confianza. Es más inmediato y tiene que ver con la sensibilidad mediada a la que nos vamos enfrentando.
M.J.: Claro, es esta cuestión de la cercanía o la intimidad virtual que hemos tenido también durante la cuarentena. De repente a esa obra me la compra alguien que no conozco, y le tengo que mandar un WhatsApp con las fotos y puede surgir una charla tal vez, que es algo privado que quedará entre nosotrxs. O no, puede solo quedar ahí. Digamos que se genera una conexión, hay algo de intimidad que puede ser mínima, pero es latente también.
C.G.G.: Me interesa que exista como una cuestión latente.
M.J.: Justo por eso puede ser todo o puede ser nada. Digamos que yo te mando fotos que para mí tienen un valor. De ahí quizás las recibiste, las imprimiste en un papel de gran calidad y las enmarcarse, luego las vendiste. O tuvimos una charla súper intensa y nos hicimos amigxs. Puede ser que te mandé fotos y se te perdieron en el celular.
C.G.G.: O se te rompió el teléfono o no te interesaron.
M.J.: Es como restarles la importancia del todo o nada, como asumir que todo puede ser todo o nada y ya. Vivir con eso. Es como bajarle este drama a la obra. Puede ser algo hermoso, puede pasar desapercibido y seguimos la vida. No pasa nada.
C.G.G.: Es un poco como no seguir esa línea de resistencia al horror o a la oscuridad de las cosas. Me parece que estamos en una etapa en la que hay bastante resistencia a eso. Con la relevancia de los discursos del buen vivir, la buena energía, etc. El discurso sobre lo que es el buen vivir se vende muy edulcorado, y de pronto el imperativo de la vida sana, saludable y positiva se vuelve una forma de oprimir, de generar ansiedad.
M.J.: Sí, hay que hacerse cargo de las oscuridades. Igual definamos a qué le llaman oscuridad porque hay gente que cree que dar rienda suelta a la oscuridad es salir a matar gente y está mal matar gente aclaro [risas]. Pero hay que hacerse cargo, de que también una tiene malas intenciones o es dañina. O te gusta estar mal porque o disfrutas o te gusta ser una persona tóxica, por usar este término tan horrible que está de moda. Hacerse cargo de eso también significa que no te relacionarás con un montón de personas, que no te van a querer, y que no van a querer estar cerca tuyo, pero bueno. Son posibilidades de vida, no sé.
C.G.G.: Pienso que quizás hay resonancias de esto que estamos hablando en la serie Violencia. Algo relacionado a la dominación y al poder. En esa serie hay muestrarios de llaves, cornamentas, instrucciones para hacer una molotov, prótesis, vendajes. Esa necesidad de catalogar las cosas es un gesto de violencia.
M.J.: Esas imágenes son sacadas de enciclopedias, donde está todo catalogado, resumido para conocimiento humano. Por ejemplo, la llave tiene que ver con algo así como la pertenencia, la propiedad. La molotov es más explícita. Pienso en diferentes y sutiles maneras de violencia en el legado humano. También los dibujos del espacio tienen que ver con esto. La voluntad de dominación del hombre, de control no solo de la tierra, sino también del espacio y el universo es una idea violenta.
C.G.G.: Hay una relación directa entre conocer, dominar, nombrar, catalogar y violentar. Son todas las caras de una misma operación. Esta operación de catalogar también está en “Ensayos sobre el paisaje -versión 2-”, en la que coleccionas distintos elementos orgánicos y los registras en placas radiográficas para piezas dentales. En esta línea, creo que un poco cerrás el tema con el poema “Am I going to crash?” Esta pieza reclama la imposibilidad de asir.
M.J.: Es el eterno fracaso del dominio, porque el humano es básicamente un intento de dominar y clasificar, poner reglas, leyes y definir como malo todo lo que lo excede, lo oscuro, lo oculto. La verdad no había pensado el poema así, pero puede ser que es una forma de cerrar. Está basado en un supuesto audio de una supuesta cosmonauta, esto fue lo que me enganchó, el supuesto. Cuando empecé a investigar esto siempre encontraba el “supuestamente”. Dicen que unos hermanos radioaficionados que se dedicaban a grabar clandestinamente descubrieron que esta cosmonauta estaba haciendo unas pruebas y obviamente todo termina mal y la nave explota. Todo esto está en internet, que es como el alma libre de la humanidad, ahí está absolutamente todo, lo bueno, lo malo. Puede que estos audios sean ciertos o no, de todos modos, a mí me interesaba abordar la incertidumbre, asumirla, podes tomarlo o dejarlo. De hecho, puede ser un fake hecho hace algunos años, pero no se sabe. Puede aparecer ahora este año otro audio que haya estado perdido ahí en la historia y de repente es real. Así con todo, digamos, el conocimiento humano funciona así. Imaginá que aparece algo nuevo en internet y de un día para otro nos cambia la vida.
Am I going to crash (2013)
C.G.G.: Es clave cuestionar los sistemas de conocimiento. ¿Viste estas teorías conspirativas que hay sobre el Área 51? Supuestamente no quieren decir nada porque creen que eso provocaría que de pronto toda la humanidad cambie. De nuevo, esa prepotencia del conocimiento y de lxs que lo retienen.
M.J.: ¡Abracemos el cambio entonces! Más allá de que el cambio es a nivel económico, el problema es siempre económico. Si vienen extraterrestres a invadirnos ¿qué haríamos ante eso?. Obviamente sería un cambio, pero la vida sigue, algo así como con la pandemia. Imaginamos que se caía el sistema capitalista y que cambiaba la humanidad y no está pasando nada de eso. En realidad, todo se intensificó y estamos en la misma, pero peor.
C.G.G.: Nos quedamos con lo peor, se ha resumido al proceso de trabajar, producir, consumir, etc.
M.J.: Y si, se ha resumido al proceso de recibir y gastar plata, el intercambio monetario
es más rápido. Me pasa con MercadoPago, con Johny nos mandamos plata virtual y al final ni él ni yo la vemos nunca. Pero bueno, internet es donde está el mundo de posibilidades. Un gran cambio sería que dejara de existir internet.
C.G.G.: Podría ser algo radical que dejara de existir internet ¿no?
M.J: ¡SÍ! Es como el alma del universo o algo así [risas]. Re sectario.
C.G.G.: ¡Una secta por videollamada!
M.J.: ¡Por Zoom! ¡Imaginate que sigamos en unos años con lo mismo! Sectas por
videoconferencia y con internet de muy mala calidad. [Risas]
Notas
1. En general se habla de San Juan como un lugar donde el tiempo transcurre de forma pausada y con un ritmo distinto al resto del país. En el área de las artes, además, esta expresión señala la ausencia de un mercado que demande flujos de producción constantes.
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